Diplomático, escritor y filósofo político italiano, (Florencia, 1469-1527). Recibió una sólida educación clásica que le llevó a dominar el latín y el ábaco. Destacó por su inteligencia y su fina retórica, llegando a componer algunos poemas de juventud. En 1498 fue nombrado secretario de la segunda Cancillería de la República florentina.
Florencia, por entonces, uno de los principales centros económicos y culturales del Renacimiento, dentro de una Italia despedazada y codiciada por las grandes potencias europeas, había vivido una época de gran esplendor bajo el mando de Lorenzo de Médici, pero su sucesor no fue capaz de perpetuar la dinastía y en 1494, tras casi un siglo en el poder, una rebelión popular termina con el dominio de la familia, instaurándose un gobierno teocrático inspirado por Jerónimo Savonarola, que apenas dura cuatro años. Será entonces cuando llegue un cambio de régimen, la Primera República de Florencia bajo la tutela de otra familia prominente: los Soderini , que nombran a un joven Maquiavelo, con 29 años recién cumplidos, como una de las máximas autoridades en materia militar y diplomática de la ciudad. A partir de este momento, pasará a ocuparse de un gran número de asuntos de máxima relevancia, muchos de los cuales transcenderán en su obra posterior. La formación de una milicia ciudadana, por ejemplo, será uno de sus proyectos estrella, gracias al cual Florencia recuperará Pisa, su salida al mar. Debido a empresas de notable éxito como la anterior, Maquiavelo irá acumulando cargos, además de prestigio, hasta el punto de convertirse en la mano derecha de Piero Soderini, el gonfaloniero vitalicio.
Pero sin duda, la actividad en la que Maquiavelo aprenderá más sobre la práctica política, que posteriormente recogerá en El príncipe, es la diplomática. Como secretario, participará en negociaciones del más alto nivel continental: ante el rey francés Luis xii, en la corte del emperador Maximiliano i en Tirol o ante César Borgia que es la que mayor impacto le produce y de hecho, lo nombra en varias ocasiones en su famoso tratado.
Por su parte, Maquiavelo también experimenta en propias carnes las bruscas embestidas de la Fortuna, cuando en 1512 termina su carrera política con tan solo 44 años, cuando la milicia florentina, que tan diligentemente había organizado, sucumbe ante el avance de las tropas españolas, los Médicis son restituidos en el poder y apartan a Maquiavelo de todos sus cargos. Será entonces encarcelado, condenado a pagar una elevada suma y obligado al exilio fuera de la ciudad. Comienza entonces una nueva carrera, esta vez como analista político de trasfondo humanista, escribiendo la mayor parte de sus obras.
Maquiavelo, derrotado y apartado de su vocación, se ve obligado a plasmar en papel su vasta experiencia adquirida «de las cosas modernas y una continuada lectura de las antiguas». Desarrolla entonces una teoría del poder que ya forma parte indeleble del pensamiento político occidental. Redacta El Príncipe de forma ininterrumpida en el segundo semestre de 1513, sobre la idea de la verdad concreta (verità effettuale) y un punto de partida doble, por un lado su vivencia directa, y por otra, del conocimiento histórico, que desde niño extrae de los libros. Esta conexión entre hechos históricos y causas comunes, le permite definir una doctrina política válida para todos los tiempos. Quizás por ello, muchos lo consideran el primer científico político y padre de la política moderna.
Escribirá además los Discursos de la primera década de Tito Livio, considerado por algunos como la segunda fase en el plan de Maquiavelo para instaurar definitivamente una república italiana, ya que en ella describe como mejor forma de gobierno una república; El Arte de la Guerra, quizás deba leerse como la tercera parte de la trilogía maquiaveliana de la política. Por su parte, su comedia La mandrágora, será una sátira voraz de las costumbres florentinas de la época.
Maquiavelo, con su obra, abre una grieta entre ética y política que nunca se volverá a cerrar y su relevancia en la historia de la filosofía política es indiscutiblemente enorme, ya que su método para el análisis de la política y de la historia es perenne, irreverente, universal y un claro llamamiento a tomar las riendas de nuestras vidas, a ser libres y a ser responsables de nuestros actos.
Biografía extraída del prólogo de Ignacio Iturralde Blanco a la edición de Alta Bibliofilia editada por Liber Ediciones de El Príncipe de Maquiavelo. La obra incluye además grabados de Manuel Alcorlo, Vicente Arnás y Pedro Osés; un estudio elaborado por el Dr. Ambrosio Velasco Gómez, titulado: El Príncipe de Maquiavelo, una lectura republicana desde Iberoamérica y una nueva traducción anotada, a cargo de Mauro Armiño.