Julián Barrio Barrio, Arzobispo de la Archidiócesis de Santiago, presentó los Libros IV y V, de la colección de cinco libros que componen la edición ilustrada de Liber Ediciones, del Codex Calixtinus. A continuación, podrán conocer una síntesis de sus intervenciones en sendos eventos.
«Es para mí un gran honor participar en la presentación de una obra como la editada por Liber, ilustrada con una iconografía ajustada a los códices miniados del medioevo.
Mi cordial felicitación para el editor D. Juan José Izquierdo, para el iluminador de las miniaturas Michel Marty y para el ilustrador Celedonio Perellón. Estoy seguro, D. Celedonio, que Vd. comparte conmigo la idea de que la belleza es la manifestación elocuente de la grandeza del alma. Desde esta perspectiva, siempre es momento para hacer elogio del libro que se presenta como un asunto inagotable, sobre todo cuando es expresión del ser del hombre. El libro parece ser la alegoría por excelencia de la propia existencia, dada la amplitud de su naturaleza y la complejidad de la misma, tan cambiante y tan manejable, en el sentido propio de la palabra. Esta actitud elogiosa del libro es la que quiero manifestar hoy al presentar estos libros del Codex Calixtinus.
Es una realidad llena de múltiples significados que tiene un interés no sólo para el puro bibliófilo que puede considerar el libro como un producto estético o como un objeto de colección, sino también para quien siente el libro como un pequeño objeto para la contemplación. El libro, lleno de reflexión sobre nuestro entorno, siempre da la posibilidad de entablar un diálogo que ofrece la narración del pasado, que hace mirar el futuro o que invoca la eternidad tanto más inabarcable cuanto más sabe atraer al que se le acerca. La lectura de un buen libro es un diálogo en el que el libro habla y el alma escucha.
El Codex Calixtinus tiene méritos suficientes para esta acreditación. Fue entonces un modo de salvaguardar y arropar la condición de la dignidad de la persona, lo sigue siendo y estoy seguro que lo seguirá siendo. Su riqueza litúrgica, cultural e histórica evidencian lo que significó Santiago en los albores de la peregrinación. A la luz de este Códice es posible hacer un retrato del peregrino a Compostela. Los relatos del texto como Vía Láctea para los peregrinos, invitan a recrear el panorama de la Europa medieval, la diversidad de caminos, las construcciones religiosas y civiles, el culto y la asistencia hospitalaria, la música y la literatura.
Esta edición, estética y bellamente presentada, contribuye a que el Liber Sancti Jacobi sea cada vez más conocido y consiguientemente más admirado como una herencia que para poseerla, hemos de conquistarla. Nuestra recepción ha de ser positiva y activa. La simple lectura de un libro, si tiene realidad, y el Codex Calixtinus la tiene, actúa sobre el conjunto de todo lo anterior y lo transforma. Ya desearía yo que con las referencias que tenemos sobre la peregrinación jacobea en este momento, fuéramos gestando un nuevo codex, en este caso podríamos denominarlo “joanneus paulinus”, para que la realidad de la nueva Europa que esta naciendo se vaya articulando también en torno a la memoria de Santiago. Sería también una buena guía para el peregrino del tercer milenio de la era cristiana. La actitud de ausencia en este propósito sería dejación de nuestras responsabilidades: Mientras esperamos la parusía, no podemos sentirnos extraños a la tierra. La Europa que entonces encontró el molde de su unidad en la lengua latina y en la actualidad la significa en la realidad económica, no puede renunciar a sus raíces. Hoy sigue mirando espiritualmente a Santiago. Si lo que busca, más allá de oropeles, no lo ofrecemos a través de la memoria de la tradición apostólica y de una cultura que afecte e interpele seriamente al hombre, otros caminos se roturarán. Actos como el de la presentación de la transcripción del Liber Sancti Jacobi son un motivo de esperanza que agradezco sinceramente.»