Una vez, alguien me preguntó si sabía quien era la gitana más famosa del mundo; lo preguntaba mirando hacia el libro de Carmen que Liber Ediciones exponía en la feria internacional más importante del libro en habla hispana, la FIL de Guadalajara (México).
Carmen, sin lugar a dudas ha traspasado fronteras; su historia de amor, celos y muerte ha sido representada hasta la saciedad por el cine, la música, el ballet o la pintura, entre otras artes. Pero sorprende que muchos la unan casi exclusivamente con la ópera de Bizet. Obviamente, la ópera francesa más representada en todo el mundo, ha contribuido notablemente a su fama, sin embargo, es justo y necesario recordar que la música compuesta por Georges Bizet en 1875, sobre el libreto en francés de Ludovic Halévy y Henri Meilhac, se basó en la novela dramática Carmen escrita por Prosper Mérimée.
Mérimée, nació en París, en una familia de artistas, en 1803, recién acontecida la Revolución Francesa y en puertas de asistir al nombramiento de Napoleón como Emperador. Estudió Derecho e idiomas: griego, inglés, español, italiano y ruso; y se movió entre los círculos literarios que protagonizarían la revolución del Romanticismo y los salones de la aristocracia que gozaban de los privilegios de la Restauración.
Atraído, como muchos escritores de la época, por el mundo literario del teatro y la novela española, y esa imagen de regusto medieval que el régimen absolutista fernandino mantenía a través de viejas estructuras sociales, usos y costumbres pintorescas y formas ancestrales de convivencia, viaja a la Ibérica en repetidas ocasiones. Pero será su primer viaje, el decisivo para crear la fantasía de Carmen, porque descubre Andalucía y entabla amistad con los Montijo. Será Manuela, la condesa, quien le relatará sucedidos y crónicas que irán fijándose en su mente para finalmente, años después, crear su novela incorporando el pintoresquismo vasco y gitano a una tragedia de subido sabor local.
Mérimée, mientras tanto habrá obtenido el cargo de inspector general de monumentos históricos en Francia, ingresará en la Academia Francesa y será nombrado oficial de la Legión de Honor, convertido ya en protegido de la emperatriz, la española Eugenia de Montijo. Escribirá varias novelas pero la publicada en 1845 será su legado más afamado, aunque a su muerte en 1870, nunca podría imaginar que alcanzase tal repercusión.
Con notables diferencias respecto a la ópera de Bizet, y al medio centenar de filmes grabados en diferentes países e idiomas (desde C. B. de Mille y Charles Chaplin a Carlos Saura , el senegalés Joseph Gaï Ramaka, 2001 o el español Vicente Aranda, 2003, pasando por la Carmen Jones de Otto Preminger, 1954, protagonizada por una mujer de raza negra, Dorothy Dandridge, o por la de Prénom, Carmen de Jean-Luc Goddard, 1983), el personaje de Carmen se ha mantenido como símbolo de la femme fatale.
Mujer libre e independiente, que se rige por los caprichos de su corazón en un ambiente al margen del mundo; se hará paso en una sociedad de la que, por amor y por origen, también el protagonista masculino, bandolero, será excluido. El mito, coloca a Carmen como referente de lucha y heroína trágica, pero el amor que enlaza a estos dos personajes solo podía tener un premio para los románticos: la muerte de ambos.
Rememorar hoy esta intensa novela, acompañada de los grabados de estilo goyesco y las potentes serigrafías a color del artista aragonés Natalio Bayo, que representa las luchas de cuchillos, los encuentros pasionales o las huidas a caballo, le cautivarán como al propio Don José. No se la pierda.