El maestro Boccaccio puede tener en más alta estima alguna otra de sus obras, pero debe estar, sin duda, muy orgulloso del éxito que ha obtenido su Decamerón. Los rostros de placer de sus lectores han de ser una alegría constante para su autor y, a buen seguro, animan sus paseos por el paraíso. Y no sólo ha cautivado a sus lectores, sino también a los ilustradores que han reinterpretado esa maravillosa retahíla de cuentos que sirve de solaz a unos personajes acosados por la peste; y que sirve también a los lectores de cualquier época como antídoto contra la rutina y el aburrimiento, que son plagas que no conocen descanso.
La lista de los ilustradores del Decamerón asombra por su número y por la valía de sus componentes. Antes de que el atormentado Pasolini nos diera su polémica versión fílmica, muchos pintores y dibujantes se acercaron al texto boccacciano con miradas singulares. Gravelot, Schlotter, el genial pintor Franqois Boucher… son sólo algunos de los hitos de esa ilustre relación.
Ahora es un artista español, Celedonio Perellón, el intérprete de este inmortal cuento de cuentos. La fusión de dos creadores, de dos poderosas percepciones del mundo, es normalmente una garantía de prodigio y asombro redoblados; y así lo ha sido también en esta ocasión.
La mirada de Perellón, que sabe que la línea curva del horizonte y la esfera terrestre toman como patrón las sinuosas rutas del cuerpo femenino, es perfecta para adaptar a la imagen las historias boccaccianas. Su trazo firme y rotundo, sus líneas decididas; los tonos terrosos, casi de cerámica aplicada al papel; la teatral disposición de las viñetas; el talante candorosamente infantil del dibujo, yuxtapuesto al asombro y al regocijo ante la desnudez del cuerpo femenino; el guiño al lector, que se siente partícipe en el juego de los protagonistas… son razones sobradas que avalan la idoneidad de Perellón como ilustrador del Decamerón.
He tenido la suerte de disfrutar de varias versiones del Decamerón. La magia de sus historias, que no es otra cosa que la magia pura de la narración, que añade vida a nuestras vidas, me ha regalado muchas horas felices. Y también lo han hecho sus diversos ilustradores, entre los que me cuesta elegir. Pero debo admitir que, una vez releída la narración boccacciana a través de los ojos de Perellón, se me hace difícil pensar en sus personajes bajo un aspecto diferente. La mano de Perellón ha aprehendido con tal maestría la frescura renacentista ‑ese crepitar sensual de la vida que se manifiesta con más intensidad ante la cercanía de la muerte‑ que ya tengo a ambos creadores, Perellón y Boccaccio, unidos en mi imaginario personal para siempre.
La edición de Liber Ediciones, está llena de vida. Aunque el texto haya cumplido ya más de seis siglos de existencia, sigue tan palpitante como cuando nació. Y a la palabra, siempre antigua y siempre nueva del clásico, se une en esta ocasión el talento ilustrador de Celedonio Perellón, que nos lleva de la mano por los ardientes bosques de la imaginación boccacciana. Esta colección de diez volúmenes que propone Liber es para leer despacio, deteniéndose en cada cuento, en cada ilustración, disfrutando con todos los sentidos despiertos y por entero, palabra por palabra e imagen por imagen.
Luis Alberto de Cuenca
Video: Homenaje a la ilustración de Celedonio Perellón en la edición de El Decamerón de Liber Ediciones, Biblioteca Nacional de España, 2015