Pintor y grabador francés nacido en Charentonn en el año 1798, falleció en París en 1863. En el año 1816 entró a formar parte del taller de Guérin, artista que cultivo el espíritu clasicista ilustrado y de quien aprendieron las técnicas pictóricas muchos de los posteriores románticos como Géricault. Junto a esta formación, la de autodidacta, parece ser la más importante, que cultivó copiando a Rubens y Veronés en el Museo del Louvre. Participó en el Salón de 1822 con su Barca de Bante, obra que, aunque criticada, fue adquirida por el Estado. En este mismo año comenzó su Diario, donde encontramos la reflexión más notable del propio arte narrada por un pintor moderno.
En el Salón 1824 presentó Las Matanzas de Quios, donde pone de manifiesto su claro individualismo. Ya en 1827 comenzó su afición por el arte gráfico componiendo y estampando algunas litografías, en este sentido sabemos que dibujó ilustraciones para el Fausto de Goethe y para Hamlet. La revolución de 1830 inspiró al artista una de sus obras más afamadas aunque ya alejada del romanticismo y de un marcado carácter alegórico, se trata del argumento sobre La Libertad guiando al pueblo.
Es en el gobierno de Luis Felipe cuando Delacroix da salida a su genio pictórico en composiciones murales, siendo sin duda el último gran pintor de la tradición mural barroca al interpretar magistralmente olvidados temas mitológicos, religiosos e históricos.
Por lo que respecta a sus composiciones gráficas hemos de destacar esencialmente el dibujo ya que fue uno de los más expresivos dibujantes de los tiempos modernos, dejando un importante repertorio de aguafuertes y litografías además de acuarelas, estudios a plumilla o lápiz. La esencia de su dibujo viene a ser la expresión de la energía, el movimiento y los gestos, mucho más que la delineación de los contornos muy precisos; de ahí su estilo a menudo calificado de desordenado, brusco e “incorrecto”.
Delacroix no dejó una verdadera escuela, pero su influencia se dejó sentir en los pintores de final de siglo, mucho más allá de los límites del llamado Romanticismo. Su referencia puede localizarse en la pintura de los impresionistas y neoimpresionistas hasta Van Gogh y en tiempos más recientes, también en Picasso.