Toledo ¿? – 1621. Casi nada se sabe de este poeta sevillano del Siglo de Oro al que ponderan elogiosamente tanto Cervantes en su Viaje del Parnaso como Lope de Vega en su Laurel de Apolo.
Hidalgo, quizás militar de profesión, parte hacia Indias con veinte años y ya no vuelven a tenerse noticias suyas.
Ha trascendido su exquisito gusto por la composición poética, especialmente en su excelente Égloga a la muerte de Isabel de Urbina, esposa de Lope. Además, dejó varios poemas que recogió José López Sedano en su Parnaso español. Recientes estudios le atribuyen además nuevos poemas y subrayan esa importancia que hizo a Lope calificarle de “nuestro Apolo”.
Gerardo Diego, que volvió a sacar su égloga del olvido, publicándola de nuevo en la revista Alfar, escribió también líneas de subidos elogios: «El encanto de esta poesía admirable es único y rara vez la pasión supo verter su lenguaje impetuoso y sincero con semejante diafanidad cristalina. Primorosa y profunda, exquisita y humana, clásica y moderna, la «Égloga» de Medinilla es una flor de excepción».
La obra José Tomás, hombre, torero y mito, editada por Liber Ediciones, recoge entre sus poemas inspirados en la fiesta del torero, uno cuya autoría se le atribuye a Pedro de Medina Medinilla, bajo el título: Octavas a la desgraciada y lastimosa muerte de Don Diego de Toledo.